El patrón de la estancia llamó al capataz. Le dijo que cortara un árbol añoso, en su lugar quería construir habitaciones para huéspedes.
Juan, el capataz le dijo preocupado:
—¡Hay mucho lugar en su estancia y ese árbol
nos trae muchos recuerdos!
—Es lo que estoy buscando, olvidar. Creo que
tengo derecho a hacer lo que me plazca. Le guste a quien le guste —respondió
enojado.
Juan asintió con la cabeza y fue a buscar a
otros peones para que lo ayudasen.
Mientras realizaban la tarea, miles de imágenes
pasaban por su memoria.
Recordó cuando era niño y su padre lo dejaba
trepar por sus ramas. Cuando se sentaba bajo su sombra junto a su madre y ella
le leía cuentos. El primer beso que se dieron con María, su esposa.
Con cada rama que caía, caía una lágrima de sus
ojos.
Uno de los peones le preguntó:
—¿Qué le pasa capataz, se puso nostálgico?
—angustiado.
Angustiado es poco, los recuerdos de mi vida se
van junto al ombú.
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